Por qué comemos lo que comemos y qué factores determinan nuestra elección

Consejos para “lidiar” con el aumento del hambre que caracteriza al invierno
24 febrero, 2022
Conoce los alimentos que serán tendencia culinaria en 2022
1 abril, 2022

Por qué comemos lo que comemos y qué factores determinan nuestra elección

Los seres vivos comen para sobrevivir. El apetito es la voz de alarma de su metabolismo, que necesita saciar sus necesidades fisiológicas para mantener su actividad diaria. Un hecho que también compartimos los seres humanos, pero nuestras motivaciones a la hora de comer son mucho más variadas. Más allá de garantizar nuestra supervivencia, detrás de la ingesta de alimentos se esconden factores sociales, físicos, psicológicos, culturales o educacionales.

Aunque, sin duda, la comida representa algo distinto para cada persona, hoy nos hemos propuesto profundizar en los aspectos que más habitualmente nos impulsan a comer y a decantarnos por unos u otros productos.

Factores biológicos

El principal factor biológico que nos impulsa a comer es el hambre. Los macronutrientes generan sensación de saciedad y su ingesta va disminuyendo esa necesidad de comer. Entre ellos, las proteínas son las que tienen una mayor capacidad saciante, los hidratos de carbono provocan una capacidad saciante intermedia y las grasas son el macronutriente con menor poder de producirnos saciedad.

Otro factor biológico que nos impulsa a ingerir alimentos es el placer que una persona experimenta al consumir determinado producto. Su aroma, sabor o textura influye en la elección de aquello que vamos a consumir.

La genética también influye en esta elección. La sensibilidad a determinados gustos es hereditaria y nos puede hacer más o menos apetecible un alimento u otro.

Por último, las patologías que padecemos también determinan lo que comemos. Por ejemplo, una persona diabética elegirá productos que no suban el azúcar en sangre o una persona con problemas dentales optará por alimentos blandos y de fácil masticación.

Factores económicos

El poder adquisitivo de las personas marca decisivamente la manera en que se alimentan. Las personas con pocos recursos económicos no podrán incluir productos de precios elevados y por tanto, pescados, carnes o frutas y verduras de primera calidad no suelen protagonizar su dieta. Las personas menos pudientes deben recurrir para complementar sus menús a hidratos de carbono más asequibles como el arroz o las patatas en detrimento de las proteínas, generalmente más caras. Es por ello que las personas con más dinero suelen tener una alimentación más equilibrada.

Factores sociales

En todas las culturas es habitual utilizar la comida para acercarnos a las personas. Ya sea en celebraciones con nuestros seres queridos o en comidas de negocio, para conseguir un objetivo o en un simple café para compartir las vivencias de cada día, nos sentamos a la mesa para relacionarnos con las personas de nuestro entorno personal o laboral.

En el polo opuesto estaría la utilización de la comida para alejarnos de otras personas o grupos sociales. Hay muchos alimentos que se asocian con el lujo, la clase o la cultura, que consumimos para sentirnos diferentes, exclusivos, importantes o superiores a los demás. El entorno en el que vive una persona afecta a la elección de los alimentos que consume. Incluso la religión puede ser determinante en esta elección. Según las creencias religiosas puede variar la alimentación en cantidades, prohibición de algunos productos o cuándo, dónde o cómo comerlos o cocinarlos.

Por otra parte, cada vez comemos más fuera de casa (en el colegio, en el trabajo, en un restaurante…). Por ello, el entorno en el que vivimos afecta directamente a la elección de los alimentos que consumimos, pues tendremos que escoger los productos disponibles en dichos lugares.

Factores psicológicos

El nivel de estrés puede llevarnos a comer más o todo lo contrario, a reducir drásticamente las cantidades que ingerimos. Además, el estado de ánimo también cambia la manera de alimentarnos. Generalmente las personas deprimidas o tristes eligen alimentos “prohibidos”, cargados de azúcares y grasas, que les generan mucho placer inmediato pero que no son nada saludables.

Factores culturales

Un mismo alimento en dos partes del mundo e incluso en dos regiones del mismo país, adquiere un protagonismo y un significado diferente. Por ejemplo: en Sudamérica el arroz es el acompañamiento habitual de cualquier plato, pero este mismo producto en Asia es parte fundamental del palto principal. Otro factor a tener en cuenta son las tradiciones, costumbres y fiestas. Cada región, país e incluso cada hogar tiene unas comidas típicas para las fiestas de Navidad, fin de año, pascua o las fiestas patronales de cada localidad.

Por otra parte, la cultura del bienestar y la salud gana adeptos día a día. Los alimentos nos proporcionan nutrientes y beneficios que van más allá de la saciedad. De aquí el protagonismo creciente de las dietas saludables o la comida orgánica.

Factores externos

En un mundo cada vez más consumista y dominado por las redes sociales y los medios de comunicación, el marketing y la publicidad pueden ser determinantes en la elección de aquello que comemos. Las estrategias de las marcas consiguen revestir de mayor crédito a determinados productos, convenciéndonos de que son más saludables, nutritivos o sabrosos que los de la competencia.

Otro factor externo determinante a la hora de decidirnos por un alimento es la cercanía de los mismos. Aunque en un mercado globalizado es posible conseguir productos de cualquier parte del mundo, sí es cierto que normalmente es más fácil y económico acceder a los alimentos que se producen en nuestro entorno.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR

Aviso de cookies