El brunch, esa deliciosa y nutritiva combinación entre desayuno y almuerzo, gana popularidad día tras día en todo el mundo. Toda una experiencia culinaria, que trasciende fronteras y se convierte en un imprescindible de foodies, viajeros gastronómicos y muy especialmente, de las nuevas generaciones. Los amantes alemanes de la buena comida no iban a ser una excepción. Alemania no es solo famosa por su cerveza y sus salchichas, también tiene una rica tradición de desayunos y comidas, contundentes y sabrosas, que se han adaptado perfectamente al formato brunch. El país germano ha adoptado esta nueva forma de comer y la ha impregnado de su sello característico, reflejo de rica gastronomía y su amor por la comida elaborada.
En Alemania, el brunch se transforma en toda una celebración de la convivencia y en un momento para reunirse con familiares y amigos y disfrutar tranquilamente del placer de su tradicional gastronomía.
La principal característica que distingue el brunch alemán es su impresionante variedad de alimentos, sabores y texturas.
El pan es la base del desayuno alemán tradicional y sigue siendo fundamental en el brunch. A diferencia de otros países, donde el pan blanco o las tostadas son lo más habitual, en Alemania se consume una gran variedad de panes integrales, oscuros, con semillas y cereales. Para esta combinación de desayuno y almuerzo, las opciones más frecuentes son:
Lo ideal es servirlos recién horneados. Puedes optar por un pan en concreto, pero nosotros te recomendamos que utilices un surtido. No olvides incorporar algún pan de masa pretzel. Desde el jugoso panecillo Laugen, de forma redonda y corte en cruz en su parte superior, al laugenstange (una deliciosa barrita) o el de forma de lazo, cualquiera es una perfecta opción para tu brunch estilo alemán.
Otro elemento esencial en el brunch alemán es un buen surtido de salchichas, embutidos y quesos. Cuanta más variedad y cantidad mejor que mejor. Entre las opciones más típicas encontramos:
Para acompañar estos productos puedes servir pepinillos, mostazas alemanas o cebolla morada cortada en rodajas finas.
Los alemanes suelen preparar los huevos de la forma más simple pero deliciosa: cocidos, pasados por agua o revueltos con cebolla o jamón. Para tu brunch, una excelente opción es servir huevos revueltos suaves, con cebollino picado y acompañarlos con panecillos y embutidos.
Otra magnífica idea es incluir la tradicional Strammer Max, una tostada de pan de centeno con jamón y huevo frito encima. Es sabrosa, sencilla y representa a la perfección el espíritu del brunch alemán.
Aunque en el brunch alemán las opciones saladas son las protagonista, los dulces también juegan un papel indispensable. La repostería alemana es conocida por su riqueza y variedad. Más allá de las mermeladas caseras y artesanales (puedes optar por las compradas), la miel o la Nutella, para los más golosos, es habitual servir un pequeño surtido de pastelería alemana:
Las bebidas son parte fundamental del brunch alemán. Más allá del tradicional café o té, es habitual encontrar una selección de zumos frescos, así como el Schorle, una bebida refrescante elaborado con jugo de frutas y agua con gas.
Si prefieres algo más fuerte, la cerveza alemana nunca falta en las mesas alemanas, incluso en el brunch.
Y si quieres algo más especial, puedes preparar un “hugo” (un coctel con prosecco, sirope de flor de saúco, menta y limón). Aunque es una bebida tradicional austríaca, es muy común encontrarla en los brunch alemanes modernos.
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