Desde hace décadas los hemos convertido en los enemigos numero uno de todo aquel que quiera adelgazar o mantenerse en su peso ideal. Falsas creencias que han llevado a muchas personas a desterrarlos totalmente de su dieta. Un error que puede poner en peligro su salud, pues los carbohidratos son nuestra principal fuente de energía y uno de los pilares de una dieta sana y equilibrada.
Son biomoléculas compuestas por oxígeno, carbono e hidrógeno que nuestro metabolismo utiliza como su primera y fundamental fuente de energía. Podríamos decir que son el combustible de nuestro organismo, que nos permite realizar las actividades diarias de nuestra vida cotidiana. A lo largo del proceso digestivo se transforman en glucosa, el azúcar que a través de la sangre provee de energía tanto al cerebro como al resto del cuerpo. Los carbohidratos son, además, esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro sistema nervioso central e intervienen en el metabolismo de las grasas y de las proteínas, evitando que éstas se oxiden y que podamos así asimilarlas bien.
No todos los hidratos de carbono son iguales y no todos son igual de beneficiosos para nuestro organismo. Más allá de factores como cómo los cocinamos o con qué los acompañamos, debemos tener en cuenta sus diferentes tipologías:
Como hemos visto, la ingesta de hidratos de carbono no solo no es perjudicial sino que es parte fundamental de una alimentación saludable. A pesar de ello, los falsos mitos sobre este macronutriente siguen muy arraigados:
Las calorías que aporta un gramo de carbohidratos son exactamente las mismas que las de la misma cantidad de proteínas. Es decir, 4 kcal por cada gramo. Un aporte calórico que es menos de la mitad del de las grasas, que es de 9 kcal por cada gramo. Por tanto, un plato de arroz o pasta puede engordar menos que un filete con materia grasa. Lo que incrementa el número de calorías peligrosamente son las salsas o los acompañamientos con alto contenido calórico con los que solemos acompañar a los carbohidratos.
Si después de cenar no solemos hacer ejercicio no quemaremos esos hidratos y se convertirán en grasa. Este es el argumento de los defensores de este mito totalmente erróneo. El proceso metabólico que convierte los hidratos en energía es exactamente el mismo a una u otra hora del día. Una vez transformados en glucosa se acumulan en los músculos y en el hígado. Estas reservas son las que utiliza nuestro cuerpo como combustible para nuestro ejercicio, actividad diaria o para el correcto funcionamiento de nuestro cerebro. Por tanto, el problema no será cuándo los comemos, sino la cantidad que comemos, pues cuando ingerimos más de los que podemos almacenar es cuando se convierten en grasa. De ahí la importancia de las porciones que nos servimos, ya que un exceso de carbohidratos, que no se pueden almacenar, podría producir un incremento de masa grasa.
Como hemos dicho, ambos nutrientes aportan 4 Kcal por cada gramo. Cada uno de estos macronutrientes cumplen una función diferente (los hidratos como combustible y las proteínas en el mantenimiento y regeneración muscular) pero no por ingerirlos juntos se eleva el aporte calórico o se dificulta la correcta digestión y metabolización de los mismos.
La diferencia entre las harinas integrales y las refinadas nada tiene que ver con las calorías que nos aportan. Es cierto que las primeras superan a las refinadas en beneficios nutricionales, como la fibra, las vitaminas o los minerales, pero no por ello engordan menos.
En resumen, la base de una alimentación equilibrada, que nos permita mantener e incluso bajar nuestro peso, es que el aporte calórico y de nutrientes sea acorde a tus requerimientos, estilo de vida, actividad física u objetivos.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR