Recuperando las tradiciones culinarias de Semana Santa

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Recuperando las tradiciones culinarias de Semana Santa

Después de dos años de Semanas Santas confinados o con todo tipo de restricciones, por fin podemos celebrar estas fiestas, tan populares y sentidas, como se merecen. Familia, procesiones y, cómo no, las más deliciosas y tradicionales recetas se convierten en protagonistas de unos días que combinan tradición, reuniones familiares y gastronomía a partes iguales. En esta última centraremos nuestro post de hoy, recogiendo algunas de las recetas que no pueden faltar en toda Semana Santa que se precie.

Potaje de garbanzos y espinacas

Es, sin duda, uno de los platos estrella de la Cuaresma y la Semana Santa. Hay casi tantas recetas como cocineras que los preparan, pero nosotros os proponemos una de las versiones más conocidas: garbanzos con espinacas y bacalao.

  • Ingredientes: 200 g de bacalao en salazón, un kilo de garbanzos, 200 gramos de espinacas, 2 cebollas, 4 dientes de ajo, 1 rebanada de pan, sal, pimentón, un vaso de vino blanco, un vaso de agua y aceite de oliva.
  • Preparación: Dejamos los garbanzos a remojo durante 24 horas. Se rehogan los ajos y las cebollas hasta que estén dorados. Se añaden los garbanzos y las espinacas, se les da una vuelta y se incorpora el vino blanco, el agua, el pimentón, la rebanada de pan, la sal y un chorro generoso de aceite de oliva. Cocemos hasta que los garbanzos estén tiernos. El bacalao desmigado y desalado se añadirá cuando apenas queden cinco minutos de cocción.

Torrijas

Si el anterior era el plato de cuchara pon antonomasia de la Semana Santa, las torrijas son, sin duda, la estrella ente los dulces de estas celebraciones. Actualmente podemos encontrarlas preparadas con infinidad de tipos de pan o bollería y con leches de diferentes sabores, pero nosotros os proponemos las de toda la vida.

  • Ingredientes: una barra de pan (como mínimo del día anterior), 1 litro de leche, 3 huevos, un limón, 2 ramas de canela, aceite de oliva, canela molida y azúcar.
  • Preparación: se hierve la leche con las ramas de canela, dos cucharadas grandes de azúcar y la piel del limón. Mientras tanto se corta el pan en rodajas gorditas y se extiende en una fuente. Cuando la leche se haya enfriado, se vierte sobre el pan y se deja reposar (si queréis que estén super tiernas os recomendamos que las dejéis toda la noche). Cuando ya están bien empapadas, se pasan por el huevo batido y se fríen en abundante aceite de oliva. Se retiran y se dejan escurrir en un papel absorbente. Se prepara una mezcla de azúcar y canela molida y se rebozan las torrijas hasta que queden bien impregnadas por todos los lados.

Sopas de ajo

Se originó en Castilla y León en épocas de escasez, pues combinaban ingredientes sencillos y baratos con abundantes nutrientes. Como todo plato tradicional, cuenta con numerosas variantes, pero nosotros os dejamos la original.

  • Ingredientes: Pan (mejor el del día anterior para que no se deshaga demasiado), ajos, agua, aceite, pimentón, huevos y sal.
  • Preparación: En una olla o mejor, en una cazuela de barro, se rehogan los dientes de ajo enteros. Pasados uno dos o tres minutos se añade el pimentón, el agua y la sal y se deja cocinar unos 8 minutos. Se añaden las rebanadas de pan y se deja cocer otros 2 minutos. Agregamos entonces un par de huevos, que irán cocinándose encima de la sopa. Cuando la clara esté blanca las sopas estarán listas. La cantidad de ajo con la que preparemos esta típica sopa dependerá de si nos gusta más o menos fuerte. Lo mismo sucede con el pimentón. Además, en este caso podemos optar entre pimentón dulce o pimentón picante.

Bacalao al pil pil

Y de Castilla viajamos al País Vasco donde encontramos uno de los platos de bacalao más conocidos y reconocidos del mundo: el bacalao al pil pil. Aunque su preparación necesita su tiempo, lo cierto es que es una receta muy sencilla que solo requiere de buen producto y de un poco de paciencia.

  • Ingredientes: 2 trozos de bacalao, 5 dientes de ajo, media guindilla o dos cayenas y aceite de oliva virgen extra.

Tradicionalmente este plato se prepara en cacerola de barro y nosotros te recomendamos que seas fiel a esta tradición pues, aunque tb se pueda preparar en olla, el sabor y consistencia es mucho mejor. Así pues, echamos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y rehogamos los ajos. Apartamos y rehogamos en el mismo aceite la guindilla troceada en cuatro partes. Reservamos y agregamos el bacalao que previamente habremos desalado. Cocinamos cuatro minutos por cada lado, comenzando por el que tiene la piel. Observaremos que pasados esos 8 minutos el bacalao habrá soltado una gelatina que flotará sobre el aceite. Se separa la gelatina del aceite y se reserva. En el momento de elaborar la salsa se vierte la gelatina muy poco a poco con un colador y se remueve. Después se añade un poco más de aceite y se echa el resto de la gelatina de bacalao, moviendo la cazuela con suaves golpes circulares hasta que consigamos una salsa espesa. Es importante no dejar de remover durante toda esta fase del cocinado para que ligue bien. Una vez hemos logrado elaborar esa salsa espesa, añadimos los trozos de bacalao, apagamos el fuego y dejamos que acaben de cocinarse con el calor sobrante.

Buñuelos de viento

Aunque no es un postre exclusivo de la Semana Santa, es en esta época cuando más habitualmente los encontramos en nuestras mesas. Al igual que las torrijas, cuentan con la ventaja de que solemos tener todos sus ingredientes en nuestras casas.

  • Ingredientes: 500 gr de harina, 1/4 litro de agua, 1 litro de aceite de oliva, 200 gr de azúcar, un limón, 20 gr de levadura, 4 huevos, una pizca de sal y 200 gr mantequilla.
  • Preparación: Mezclamos la harina con la levadura. Ponemos en una olla un cuarto de litro de agua con la mantequilla, la corteza de un limón y sal. Añadimos la harina y mezclamos hasta conseguir una masa espesa que dejaremos reposar cinco minutos. A continuación, añadimos cuatro huevos, de uno en uno, mezclando toda la masa cada vez hasta que estén totalmente integrados. Hacemos bolitas de masa y las freímos en abundante aceite caliente. Los colocamos sobre papel absorbente y los pasamos por azúcar antes de que se enfríen. Y, a gusto del consumidor, los puedes tomar tal cual o rellenarlos con nata, crema pastelera, chocolate o aquello que más te guste.

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