Cuando estás triste, comes. Cuando estás aburrido, comes. Cuando estás nervioso o estresado, comes… Si te ves reflejado en estas afirmaciones, comes por comer y luego te sientes culpable, seguramente te interesa y mucho, seguir leyendo, porque te vamos a hablar de la alimentación consciente o lo que se conoce como el “mindful eating”. Una manera de alimentarse que te enseña a comer sin ansiedad, culpa o descontrol. Y es que, comer para esconder nuestras frustraciones nos lleva irremediablemente el picoteo entre horas, las atracones nocturnos o los festines de dulces y todo ello suele traducirse en sobrepeso y mucha más frustración.
Practicar el “mindful eating” significa escuchar a tu cuerpo y alimentarlo únicamente cuando él te lo pide, no cuando nuestras emociones, sensaciones o pensamientos nos incitan a comer de manera impulsiva. La alimentación consciente se basa, más que en lo que comemos, en cómo lo comemos. Comer con prisas, mirando la pantalla del móvil o la televisión o leyendo el periódico no nos permite disfrutar realmente de la comida y lo que es peor, no nos damos cuenta ni de la calidad ni de la cantidad que comemos.
La falta de atención en el momento de comer hace que nos desconectemos de las sensaciones fisiológicas que se suceden en nuestro cuerpo. Por tanto, nuestro estómago no manda las señales de saciedad al cerebro y seguimos comiendo aunque ya no lo necesitemos. Al no saborear los alimentos surge la ansiedad por la falta de placer y todo ello lleva a comer rápido y sin masticar adecuadamente, lo que se traduce en digestiones más pesadas y lentas.
8 pautas para “engancharte” al mindful eating
El mindful eating propone una nueva manera de relacionarse con los alimentos, cuidando también el entorno y los tiempos. Necesitamos como mínimo 20 minutos en un lugar tranquilo. No es una dieta sino más bien un estilo de vida que nos lleva a conocer mejor nuestro organismo y sus necesidades y a diferenciar el hambre fisiológico del psicológico. Por tanto, el primer consejo del mindful eating es escuchar a tu cuerpo, pero existen otras pautas que te pueden ayudar no sólo a comer lo que necesitas sino a disfrutar mucho más con ello:
- No comas si no tienes hambre. Cuando vayas a abrir la nevera pregúntate para qué vas a comer. Si la respuesta es que te aburres, estás agobiado o simplemente quieres descansar, no comas. Intenta superar ese estado de ánimo de otra manera: haz deporte, llama a un amigo, escucha música o planifica tus vacaciones.
- Antes de comer, prueba a beber un vaso de agua. Muchas veces no sabemos distinguir entre el hambre y la sed y acabamos comiendo cuando en realidad lo que deberíamos haber hecho es beber. El agua no solo te saciará sino que además calmará tu ansiedad.
- Saborea cada bocado. Deléitate con cada bocado como si cada plato estuviera preparado con el mejor chef del mundo. Como ejercicio puedes coger una naranja, unos frutos secos o una onza de chocolate y comértelo en 20 minutos. No se trata de engullirlo sino de mirar lo que vas a comer, reflexionar sobre ello, tocarlo, llevarlo a la boca y masticar pacientemente para disfrutar su sabor.
- Fuera distracciones. No te conectes a ningún dispositivo tecnológico mientras comes pues si lo haces, como dice la profesora de Midful eating Pilar Casanova, te desconectas tú. Debes estar en contacto con tu cuerpo y tus sensaciones.
- No comas de pie. Hazlo siempre sentada, en un lugar tranquilo y con un plato delante, pues si no no lo registrarás como si estuvieras comiendo y no serás consciente de lo que ingieres.
- Come de todo. El problema no es lo que comes sino la cantidad que comes. Al seguir dietas con alimentos prohibidos, aumenta la tentación de ingerirlos.
- Acaba siempre el último. Intentar comer más despacio que el más lento de los comensales que te acompañan hará que no te descontroles en las comidas en grupo. Y no olvides que como mínimo debes invertir 20 minutos en tu comida.
- ¿Tengo más hambre? Ésta es la pregunta que te debes hacer aunque todavía te quede algo en el plato. Es cierto que nos han enseñado a no dejar nada pero, si sigues este método, se aconseja incluso que te dejes obligatoriamente algo en el plato. Eso sí, a cambio debes poner un euro en una hucha y luego dárselo a una ONG. Los seguidores del minful eating aseguran que así ayudarás mucho más a los demás que comiéndote los restos por obligación.