Podríamos decir que hay tantas maneras de cocinar un alimento como cocineras o cocineros dispuestos a prepararlo, pero en lo que sí coinciden todos los nutricionistas, endocrinos y chefs es en que hay maneras mucho más saludables que otras e igualmente deliciosas. Hoy vamos a hablar precisamente de esta cocina saludable, más concretamente de los tipos de cocción más respetuosos con el producto y que más nos ayudan a preservar nuestra salud.

Vapor

En el primer puesto del ranking encontramos el vapor. Y es que este tipo de cocción nos permite cocinar los alimentos al dente y que, por tanto, conserven prácticamente todas sus propiedades y nutrientes. Además, el vapor consigue dar a las verduras una textura perfecta y que conserven todo su sabor, lo que nos incita a comer mucho más este alimento tan beneficioso para nuestra salud. Al no diluir los productos en el agua no se pierden las vitaminas. Y por si todo esto fuera poco, este tipo de cocción ofrece la ventaja de que no necesitas añadir aceite ni ningún otro tipo de grasa para elaborar tu receta. Eso sí, debes respetar al máximo los tiempos de cocción, cortar los alimentos de forma homogénea, cocinar por debajo de los 100 grados y mantener siempre el agua en ebullición para que la cocción sea uniforme.

Hervir o cocer

La mejor manera de hervir los alimentos y que no pierdan sus sales minerales y vitaminas es hacerlo con agua con sal. Una vez cocinadas al gusto, nunca debes dejar los alimentos dentro del agua, pues cortarías su cocción y el producto perdería todas sus propiedades. Cuando hablamos de verduras, lo ideal es que una vez cocidas se refresquen con agua helada, para que conserven todo su color. En cualquier caso, nuestra recomendación es que siempre que sea posible cocines tus verduras al vapor para conservar todas sus propiedades. El método de la cocción está más indicado para los alimentes secos, que no pierden agua durante el cocinado, como los cereales y las legumbres. Al no deshidratarse, sufren una pérdida nutritiva mucho menor que los que tienen un mayor contenido en agua, como las verduras.

Plancha

Esté método de cocinado no solo es sano sino también rápido y sabroso. En este caso, siempre se deben cocinar los alimentos, especialmente carnes y pescados, a una temperatura alta, para que las proteínas se coagulen, creen una capa crujiente y no solo queden más jugosos, sino que conserven todas sus propiedades nutritivas. Por tanto, para preparar cualquier alimento a la plancha es fundamental tener la sartén muy caliente y poner el aceite en el producto y no donde lo vayamos a cocinar. Así conseguiremos que el aceite no se oxide y que nuestro producto no se quede pegado. También es importante no cocinarlo demasiado y si en el último momento se le añade un poquito de aceite de oliva virgen extra quedará mucho más sabroso.

Horno

La cocción en el horno, además de ser muy saludable, ofrece innumerables ventajas. Es fácil, rápida, limpia y admite infinidad de preparaciones con cualquier producto que podamos imaginar. Tampoco requiere de mucha grasa y como en la plancha, consigue los alimentos se recubran de una capa crujiente y sabrosa que, además, contribuye a conservar todos sus nutrientes. En este tipo de cocción es fundamental respetar los tiempos y las temperaturas aconsejadas y en caso de que veamos que el alimento está demasiado dorado, pero todavía crudo por dentro, se aconseja que se tape con papel de horno o aluminio. De todas las preparaciones en horno seguramente la más saludable sea el papillote, pues los alimentos se cuecen en su propio jugo, conservando todo su sabor y nutrientes y sin apenas grasa.

Baño de María

En este tipo de cocción introducimos el producto dentro de un recipiente en otro recipiente mayor lleno de agua. Ésta nunca debe llegar a hervir, por lo que se trata de un cocinado lento y largo, que respeta las propiedades del producto y también contribuye a conservar todas sus bondades. La fuente de calor no actúa directamente sobre el alimento, es decir, es una cocción indirecta. Podemos cocinar los alimentos al baño de María de dos maneras: la tradicional, es decir, introduciremos el recipiente con el producto en una olla llena de agua que calentamos al fuego o en el horno. En este caso, ponemos el agua en la bandeja del horno y sobre ella colocamos otro recipiente con el producto que vamos a cocinar.

Salteado

Este tipo de cocinado se utiliza fundamentalmente para las verduras o para preparaciones de éstas con carnes o mariscos. Consiste en cocinar estos alimentos con un poco de aceite (simplemente pintamos la sartén) en un wok o sartén. Es fundamental ir removiéndolos constantemente, para que no se peguen o quemen y queden perfectamente cocinados de forma uniforme. Si eliges este tipo de cocción, debes tener encuentra que se realiza en pocas cantidades para que no queden hervidos con el agua que desprenden los propios ingredientes. Un buen truco es hervirlos primero y luego saltearlos. Quedarán crujientes, sabrosos y muy apetitosos.

Microondas

Puede que sea la manera más moderna de preparar alimentos saludables, pero lo cierto es que el microondas no deja de ser un horno que emite ondas electromagnéticas de alta frecuencia que hace que las moléculas de agua se muevan y friccionen entre sí, calentando los alimentos. El inconveniente que presenta este tipo de cocción es que muchas veces el producto se calienta o cocina más por unos puntos que por otros. Para evitarlo, es importante que compruebes, antes de comprarlo, que tu microondas tenga más de una salida de ondas y que tenga unos relieves en las paredes que son los que potencian el rebote de las ondas incrementando así su difusión. También es fundamental que utilices recipientes y utensilios aptos para microondas pues, de otro modo, se puede contaminar la comida con partículas de plástico y otros contaminantes nocivos para la salud.