En las dos últimas décadas los hidratos de carbono se han convertido en el enemigo público número uno de todo aquel que quiera perder peso o mantener su peso ideal. Al menos, eso es lo que cree una amplia mayoría de la población de los países desarrollados. Pero, lo cierto es que esa creencia se basa en una premisa errónea. Los hidratos de carbono, glúcidos o carbohidratos, lejos de ser una piedra en nuestro camino hacia un cuerpo en forma y saludable, son fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo, para reducir nuestro porcentaje de grasa y para regular nuestros niveles de azúcar en sangre.
Seguramente, la falsa creencia a la que hacíamos referencia tiene su origen en una falta de información, que nos lleva a creer que todos los carbohidratos son iguales. Por ello, lo primero que debemos tener claro, si queremos aprovechar todas las ventajas de este macronutriente al tiempo que mantenemos la báscula a raya, es que existen diferentes tipos de hidratos de carbono.
Según estos tres tipos de carbohidratos, podemos encontrar los complejos o de absorción lenta (almidones y fibra) o los sencillos o de absorción rápida (fructosa, lactosa y sacarosa). Precisamente, estos últimos son los más peligrosos para nuestra salud. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no sobrepasen e incluso supongan menos de un 10% de la ingesta energética diaria. Un porcentaje que se eleva hasta el 40 o 50% en el caso de los hidratos complejos como el almidón y la fibra. Éstos tienen un bajo índice glucémico o lo que es lo mismo: elevan los niveles de azúcar en sangre de manera gradual, evitando los picos de glucemia, mejorando la función de la insulina y dando tiempo a nuestro metabolismo para que los utilice como energía y no pasen a nuestras reservas en forma de grasa. Pero los beneficios de los hidratos de carbono complejos no acaban aquí.
En definitiva, ni mucho menos es aconsejable eliminar los hidratos de carbono de tu dieta. Lo que debes hacer es desterrar los simples, que normalmente encontramos en el azúcar, los bollos o los productos procesados, y optar por aquellos complejos que nos aportan las frutas, verduras, granos integrales, lácteos o legumbres. Éstos no solo te ayudan a mantener o conseguir tu peso ideal, sino que garantizan el correcto funcionamiento de tu cuerpo y de tu mente.
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