Al igual que la Navidad, la Semana Santa es un tiempo de tradiciones, reuniones familiares y deliciosas comidas. Cada país o región cuenta con sus platos o postres típicos, pero lo que sí es común es que todos ellos se heredan de generación en generación. Hoy os animamos a innovar y sorprender a vuestros comensales con algunas de las elaboraciones que no pueden faltar en las mesas alemanas durante las Pascuas.
Es el desayuno preferido de los alemanes para comenzar un día de Pascua. Los huevos duros, símbolo de la Cuaresma germana, se acompañan de esta salsa a base de yogurt y siete hierbas frescas. Aunque no siempre es fácil encontrarlas todas, os aseguramos que vale la pena el esfuerzo de buscarlas.
Ingredientes para 4 personas:
8 patatas pequeñas, 4 huevos duros, 7 hierbas (un manojito de perejil, un manojito de berro, un manojito de cebollino, un manojito de perifollo, un manojito de acedera, un manojito de borraja y un majojito de pimpinela), 2 cebolletas frescas pequeñas, 150 g de queso batido, 150 g de yogurt, 150 g de crema ácida, 1 cucharada de mostaza de Dijon, 2 cucharadas de zumo de limón, pimienta y sal.
Elaboración:
Mezclamos en una batidora las 7 hierbas, la mostaza, las cebolletas troceadas, el zumo del limón, el queso fresco y la crema ácida y salpimentamos al gusto. Batimos bien hasta conseguir una crema suave. Si nos falta alguna de las hierbas la podemos sustituir por cualquier otra que nos guste, pero siempre debemos evitar que el sabor de alguna de las hierbas destaque sobre las otras.
Por otra parte, hervimos los huevos unos 10 minutos. Los dejamos enfriar y los pelamos y partimos en cuartos. En cuanto a las patatas, las podemos cocinar al vapor o hervidas, hasta que estén tiernas y luego las pelamos.
Montamos el plato cubriendo todo el fondo con la salsa y sobre ella colocamos el huevo partido y dos patatas por persona.
Podría parecer un contundente segundo plato pero en realidad es un típico dulce alemán, que degustan las familias germanas en sus reuniones familiares de Pascua y que hace las delicias tanto de niños como de mayores. Eso sí, necesitaremos un molde con forma de cordero pero, como no siempre es fácil de encontrar, podemos hacer el dulce en cualquier otro molde y resultará igualmente delicioso.
Para elaborar esta sencillísima receta necesitaremos 160 g de mantequilla blanda, 180 g de harina, 1 limón, 120 g de azúcar, 3 huevos, 2 cucharaditas de levadura en polvo, 2 cucharadas de azúcar glas, 1 cucharadita de sal y dos cucharadas de canela.
Elaboración:
Precalentamos el horno a 160 grados con ventilador. Engrasamos con un poco de mantequilla las dos mitades del molde y espolvoreamos con harina. Retiramos el exceso de harina. Lavamos el limón y lo cortamos por la mitad. Rallamos la cáscara y exprimimos el zumo. en un bol, batimos la mantequilla con el azúcar, la sal y el zumo y la ralladura de limón. Añadimos poco a poco los huevos y batimos hasta formar una masa uniforme. En un bol a parte mezclamos la harina, la levadura en polvo y la canela y luego añadimos a la mezcla de mantequilla y azúcar. Vertemos la masa en el molde y le damos unos golpecitos sobre la encimera para que se distribuya bien. Colocamos el molde en una bandeja del horno y cocinamos durante 50 minutos en la parte inferior. Sacamos del horno y dejamos enfriar durante una hora. Abrimos las tapas del molde, extraemos nuestro cordero y dejamos enfriar de pie. Espolvoreamos con azúcar y servimos.
Otro de los dulces más típicos de la Pascua alemana es esta trenza de pan que se podría comparar a nuestro roscón. Su preparación requiere un tiempo pero os aseguramos que el resultado merece la pena.
Para elaborarlo necesitaremos 2 cucharaditas de levadura seca de panadero, 125 ml de leche tibia, 2 huevo grandes, 450 g de harina, 75 g de azúcar, 1/4 cucharadita de sal y 75 g de mantequilla sin sal.
Elaboración:
Echamos la levadura en polvo en la leche tibia y dejamos reposar unos cinco minutos. Batimos uno de los huevos y lo añadimos a la mezcla anterior. En un bol grande colocamos la harina, junto con el azúcar y ponemos la sal en un lateral. Hacemos un agujero en el centro y añadimos la mezcla de leche y huevo. Amasamos todo hasta formar una mezcla pegajosa.
Ponemos un poco de harina sobre una superficie plana para amasar, colocamos encima la masa e incorporamos la mantequilla. Plegamos la masa sobre sí misma para que la mantequilla quede en el centro. Amasamos la mezcla unos 10 minutos. Formamos una bola lisa y elástica que ya no debería quedarse pegada. Engrasamos un bol y ponemos la bola en el centro, lo cubrimos con plástico y dejamos que doble su tamaño en una zona cálida (dos horas o dos horas y media).
Volcamos la masa sobre una superficie enharinada y presionamos con cuidado para que suelte los gases. Dividimos la masa en tres partes iguales y las estiramos en forma de rulo de unos 15 cm. Unimos los tres rulos por uno de los extremos y los trenzamos hasta unir las otras tres puntas. Colocamos sobre una bandeja de horno, sobre papel de hornear y lo cubrimos con plástico alimenticio, que habremos pincelado con aceite para que no se pegue a la masa. Lo dejamos en un lugar cálido otras dos horas.
Precalentamos el horno a 190 grados. Pincelamos el Osterzopf con el otro huevo batido y horneamos durante 25 minutos. Comprobamos que esté cocido, sacamos del horno y dejamos enfriar.
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