Ventajas y desventajas de los principales nutrientes de nuestra dieta

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Ventajas y desventajas de los principales nutrientes de nuestra dieta

Cada vez son más los consumidores que, antes de comprar un producto, revisan el contenido de su etiqueta. Hay quien huye de las grasas, de la sal o de los hidratos de carbono o quien busca un alto contenido en proteínas. Pero, ¿sabemos realmente qué son, para qué sirven y cuáles son las ventajas y desventajas de cada uno de estos nutrientes? Hoy queremos profundizar en ello y ayudarte a descubrir qué “esconde” el etiquetado de cada producto.

Las grasas

Seguramente sean el nutriente más denostado y temido pero las grasas, al igual que las proteínas y los hidratos de carbono, suministran energía a nuestro cuerpo y nunca deben faltar en nuestra dieta, ya que no solo son vitales para nuestra actividad física sino que también son fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo. Por ejemplo, sin ellas nuestro cuerpo sería incapaz de absorber vitaminas como la A, la D, la E o la K.

Es importante distinguir entre las grasas saturadas y las no saturadas. Estas últimas provienen de los vegetales y ayudan a reducir la inflamación, estabilizar los latidos del corazón y reducen el llamado colesterol malo el LDL, que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La grasas poliinsaturadas, que se encuentran en alimentos como el salmón, el atún o las nueces, contienen ácidos grasos omega-3, que ayudan a reducir el LDL y los triglicéridos. Beneficios que también contienen los aceites vegetales como el de girasol, oliva o cacahuete.

En la cara negativa de las grasas encontramos las saturadas y trans. Son sólidas a temperatura ambiente y se encuentran en alimentos de origen animal, como la carne, la mantequilla o el queso. Estas grasas elevan los niveles de LDL y el colesterol total. Además, las grasas trans, fabricadas mediante un proceso de hidrogenación, no solo elevan el LDL sino que también reducen el colesterol HDL o bueno. Lo ideal es que las grasas saturadas no superara el 10% de tu ingesta total y que elimines totalmente el consumo de grasas trans.

Las proteínas

Son la “gasolina» de nuestros músculos y por tanto, fundamentales tanto si quieres ganar masa muscular como si quieres reducir tu porcentaje de grasa corporal. Entre sus ventajas se encuentra su capacidad para proporcionar energía a través de la quema de grasas. También su consumo genera más saciedad que cualquier otro alimento, lo que te ayuda a comer menos. Pero, fundamentalmente, las proteínas nos ayudan a tener unos músculos más fuertes y a reducir el consumo de carbohidratos, bondad ésta especialmente beneficiosa para los diabéticos. Pero, en contra de lo que muchos creen, no todo son ventajas. El alto contenido de proteínas, más aún cuando se reduce drásticamente el consumo de hidratos de carbono, puede producir trastornos metabólicos como la cetosis. Además, una alta ingesta de proteína animal está relacionada con la aparición del cáncer o de otras patologías menos importantes como el estreñimiento.

Hidratos de Carbono

Los hidratos de carbono son la energía para nuestras células y ayudan a tu cuerpo a metabolizar las grasas. Sin ellos puedes experimentar fatiga, física y mental, nauseas, dolor de cabeza e irritabilidad, pero también un exceso de ellos puede dañar tu salud. El consumo de carbohidratos provoca un aumento de insulina. Ésta se transforma en energía, en forma de azúcar, pero a su vez la que no consumimos en nuestra actividad diaria se trasforma en grasa que se acumula fundamentalmente en el abdomen. Además, al estimular el aumento de insulina, baja los niveles de azúcar y se incrementa nuestra sensación de hambre y la necesidad de consumir carbohidratos. Este circulo vicioso puede llevarte a contraer enfermedades como la diabetes, la obesidad, el aumento de triglicéridos o problemas cardiovasculares.

La sal

Es otro de los reconocidos como grandes enemigos de nuestra salud pero, pequeñas cantidades de sal, también pueden ser beneficiosas. Por ejemplo: mejora la conservación de los alimentos e impide el crecimiento de las bacterias; realza el sabor y estimula el apetito; favorece la digestión y aporta el sodio necesario para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo.

Pero, sin duda, sus inconvenientes no son pocos: retiene líquidos, provocando hipertensión arterial y problemas cardiovasculares; disminuye la sensibilidad de las papilas gustativas; favorece la pérdida de calcio y por tanto la osteoporosis; puede causar trastornos gástricos y es incompatible con personas con insuficiencia cardíaca, renal o con enfermedades hepáticas.

En resumen, todos los nutrientes son necesarios para que nuestro cuerpo trabaje de manera adecuada, pero es necesario aprender a hacer una dieta balanceada que combine cada nutriente en la proporción adecuada. Además es fundamental que incluyas cada día otro “ingrediente” vital para nuestro organismo en tu rutina diaria: el ejercicio.

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