La Navidad es la prueba evidente de que la gastronomía alemana va mucho más allá de salchichas de Frankfurt, patatas o col fermentada. El abanico de especialidades y recetas que ofrece este país es especialmente variado en diciembre, mes en que cada región, ciudad o familia prepara los platos salados y dulces con los que tradicionalmente celebran estas fiestas. Hacer un repaso de todos ellos sería misión imposible, pero hoy os ofrecemos una guía de los más aclamados.
En cuanto a los pescados, la carpa se ha convertido en la estrella de toda celebración navideña que se precie. En las regiones del norte se cuece el pescado entero de una manera especial (karpfen blau) y se acompaña de patatas cocidas (salzkartoffeln). Por el contrario, en el sur, se comen trozos de carpa rebozados con ensalada de patata.
Pero, si hablamos de tradición, el ganso es sin duda el plato preferido en el sur de Alemania. Eso sí, comparte protagonismo con un delicioso asado de carne con repollo, manzanas rellenas con mermelada y unas albóndigas de patata.
En cuanto a las bebidas, tradicionalmente se bebe té o infusiones, a los que se les añade un poco de licor o ron para combatir las gélidas noches alemanas. Pero la estrella de estas fiestas es el Glühwein, un vino tinto aromatizado con especias que se bebe caliente. Una de las variedades predilectas de este vino es el ponche Feuerzangenbowle. Básicamente es vino tinto mezclado con clavos, canela, anís y piel de limón y de naranja.
Y cómo no, no podía faltar la cerveza, pero no cualquier cerveza. Durante las Navidades (solo se elabora en invierno) se bebe el bock (Bockbier), una cerveza de color oscuro y muy fuerte, que contiene un alto grado de mosto de cerveza superior y un grado de alcohol del 6,5% o más.
Para finalizar la comida o cena es fundamental un digestivo como el aguardiente de cerezas, otra de las especialidades alemanas más tradicionales.
Y capítulo aparte merecen los dulces típicos de Navidad y adviento. Auténticas exquisiteces que se comen no solo en Alemania sino en gran parte de los países del norte de Europa.
Entre todos ellos destaca el famoso pastel de frutas Früchtebrot, que se prepara en el sur de Alemania y en los Alpes. Tampoco podemos olvidarnos de la amplia variedad de galletas, cuyas recetas pasan de generación en generación. Entre todas ellas, nosotros nos quedamos con la Spekulatius, una galleta muy particular que no puede faltar en ninguna mesa navideña alemana que se precie. Otro de los postres navideños imprescindibles para los alemanes es el Stollen (Christstollen), un delicioso pan dulce, relleno de frutos secos, originario del siglo XIV que se elaboraba solo con harina, levadura madre, agua y aceite, ya que durante la cuaresma no se podía comer huevos o mantequilla. Actualmente hay diferentes y deliciosos tipos como el de almendras, el de mazapán, el de nueces o el de semillas de amapola.
Y no podemos olvidarnos del Lebkuchen, el rey de la Navidad alemana. Se trata de un pan de jengibre que se preparaba en los monasterios y conventos y cuya receta varía según la región en la que nos encontremos.
Este resumen de algunos de los más emblemáticos platos que se degustan en Alemania durante las Navidades puede servir como muestra, pero existen infinidad de preparaciones, cada cual más exquisita y sorprendente. Si tienes la suerte de poder viajar a Alemania te animamos a descubrir algunas de ellas pero, como precisamente no es el momento más propicio para animarnos a viajar, aquí te dejamos la receta de uno de los postres alemanes imprescindibles en Navidad, para que vayas abriendo boca.
Si lo elaboramos correctamente, este típico pastel alemán debe recordarnos a un niño Jesús envuelto en pañales. Para su preparación necesitamos 375 gr de harina de repostería, 100 ml de leche, 40 gr de levadura fresca, 50 gr de azúcar, 175 gr de mantequilla, 2 huevos, 300 gr de uvas pasas, 100 ml de brandy o ron, 74 gr de frutos secos picados, la ralladura de un limón y de una naranja, azúcar glas y una pizca de sal.
Preparación:
Mezclamos la harina con la levadura fresca desmenuzada, la leche tibia y una cucharadita de azúcar. Removemos y dejamos fermentar 15 minutos en un sitio cerrado. Al mismo tiempo, ponemos a macerar las pasas en el licor. Pasados los minutos indicados, añadimos el resto del azúcar, la sal, las ralladuras, los huevos y la mantequilla ablandada.
Amasamos todo muy bien, hasta obtener una pasta homogénea. Incorporamos las pasas escurridas y los frutos secos. Mezclamos y dejamos que siga fermentando la masa en un recipiente tapado y en un sitio cerrado, hasta que doble su volumen.
Cuando consigamos el tamaño deseado, estiramos la masa, formando un cuadrado. Doblamos la masa sobre sí misma y con las manos vamos dando forma a la masa, como si fuera un tronco o una baguette de pan. De nuevo dejamos reposar tapada hasta que doble su volumen.
Conseguido dicho volumen, ponemos el bollo de masa sobre una bandeja de horno forrada con papel especial para horno y horneamos a 175 grados durante unos 40 minutos. Si está bien cocido tendrá un color dorado y al pincharlo con un cuchillo deberá salir limpio. Lo sacamos del horno y aún en caliente, lo untamos con un poco de mantequilla fundida. Lo dejamos enfriar sobre una rejilla y acabamos nuestra receta espolvoreándolo con azúcar glas.
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